La mesa de centro, o la mesa en general, es un mueble ancestral surgido de la también ancestral necesidad del hombre se sostener objetos a una altura cómoda para su uso. ¿Sabías que su origen se remonta a la época de las cavernas? ¡Pues así es! Y ha sido uno de los muebles que más diversificación ha tenido a lo largo de la historia, debido a los crecientes reclamos derivados del desarrollo humano. En Egipto, sin ir más lejos, existían algunas mesas simples en forma de pedestal cuya función era la de separar la comida del suelo. Además de las mesas, en las casas también había taburetes de tres patas, sin embargo, no había mesas de comedor para servir a varias personas a la vez. Así que se podría decir que las mesas de centro o auxiliares fueron ¡"primens"!
¿Seguimos
con la clase de historia? En la Edad Media la mesa era desmontable:
consistía en un tablero largo y estrecho que se apoyaba en un juego de
anillos disimulados con tejidos. Y ya en el Renacimiento (la época de
Leonardo Da Vinci, para situarnos) la mesa adquiere carácter fijo, y
hasta el siglo XIV consistía en un tablero, que podía ser de mármol,
montado en dos anchos pedestales.
Ya con Luis XV las mesas
se convierten en ligeras y de fácil manejo, apareciendo muchas
"mesitas" auxiliares: la mesa de juego, la mesa camarera, el costurero,
la mesa de noche, los tocadores y las múltiples variantes de los bureau. Y el resto, es historia.
La mesa de centro ha adquirido múltiples formas y tamaños en la
actualidado. Te damos 10 razones para que en tu sala no falte
una (o varias) mesa de centro y encuentres la que mejor encaja con tu
estilo y tus necesidades.
1. Las mesas de centro son superprácticas
Pocos
muebles tan pequeños poseen tantas funciones como la mesa de centro. Y
es que una mesa de centro puede resultar camaleónica, funcionalmente
hablando.
Con una mesa de centro aseguras un punto de apoyo para los pequeños
objetos que nos gusta tener a mano frente al sofá. En su sobre, bien
organizados (mira aquí cómo decorar la mesa de centro),
puedes tener los mandos de la tele, dvd, etc., tu libro del momento,
las gafas de lectura, la taza de té que te estés tomando, incluso tus
plantas preferidas. Será un punto neurálgico en tu salón, en el que
confluirán las cosas básicas para llevar a cabo tus aficiones. Así que,
para nosotros, su punto fuerte es la funcionalidad.
2. Y también son muy decorativas
Sí,
las mesas de centro también poseen una función decorativa crucial, ya
que marcan (¡y de qué manera!) el estilo del ambiente. Rústicas,
nórdicas, clásicas... Sus variantes son tantas que, la que escojas,
potenciará la estética que le quieras dar a tu sala. Se trata de un
práctico objeto decorativo más, que dará encanto y sentido acogedor a tu
zona de estar.
3. También un plus de comodidad
Si eliges
un modelo mullido y tapizado, de repente tendrás un "dos en uno", capaz
de funcionar como mesa de centro y reposapiés, ¡e incluso como asiento
extra! Si optas por un estilo capitoné, como la que aparece en esta imagen, tu sala cobrará un aire elegante por arte de
magia.
4. Todo un alivio para el almacenaje
Si te falta espacio, si
necesitas guardar, si son muchos en casa... una mesa de centro con
capacidad de almacenaje será tu salvación. Existen modelos con una balda
inferior, a modo de revistero, que duplican la capacidad de una mesa
simple de un solo tablero. También las hay con cubículos donde poner
libros. Escoge un diseño que
posibilite el almacenaje y ganarás espacio y orden.
5. Su ligereza, una razón de peso
Las
mesas de centro son fácilmente transportables allí donde se necesiten,
gracias a su ligereza y versatilidad. ¿Que quieres despejar la zona
central que hay entre tu sofá y el mueble del televisor? Pues la dejas a
un lado a modo de mesa auxiliar. ¿Que tienes invitados a la hora del
té? La colocas en el centro y pones allí todo el menaje necesario. ¿Que
en un momento dado la requieres en otro punto de la casa? ¡Se coge y
listo! Esta acción se hace aún más sencilla con modelos que incorporan
ruedas.
6. Mesas de centro transparentes: están pero no están
Si tu
salón es pequeño y no quieres llenarlo demasiado, no prescindas de mesa
de centro: opta por un modelo de cristal o polipropileno transparente.
Son objetos etéreos que cumplen con su cometido, sin restar metros
visualmente a la estancia. En este sentido, un consejo: escoge el modelo
de mesa de centro que mejor se adapte a las proporciones de tu espacio.
Si es pequeño, modelos transparentes, circulares o de pequeño formato.
Si tu sala es grande, una mesa de centro rectangular es la tuya.
7. Una pieza clave para la distribución del salón
Es una realidad: con ellas, el espacio se ve más ordenado. En el puzzle de la distribución de tu salón,
una mesa de centro será la pieza central, alrededor de la cual girarán
los asientos y el mueble para el equipo audiovisual. Los diseños
cuadrados o rectangulares ofrecen mayor simetría, mientras que las
redondas ocupan menos aportando la misma capacidad. Además, al no tener
esquinas, nos libramos de posibles (y muy muy dolorosos) golpes con la
mesa.
8. Dos o más, su versión más moderna
Las mesas de
centro tipo nido, formadas por dos o más mesitas que se cobijan una
debajo de la otra son ideales para espacios mini. Se pliegan y
despliegan según las necesidades del usuario y, además, son tendencia.
9. A tu servicio
Las
de estilo árabe con bandejas redondas sobre patas, creadas como soporte
imprescindible en el ritual del té, resultan bonitas y prácticas: su
sobre puede sacarse de la estructura con facilidad y llevarse donde se
requiera su servicio. Gracias a su simplicidad estética estas mesas de
centro se adaptan a todo tipo de estilos de decoración, y su esencia
práctica las convierte en todo un acierto.
10. Un must en tu terraza
Y,
como no, las mesas de centro son imprescindibles también en los
exteriores. Si eliges un modelo con ruedas, como este, la versatilidad
queda asegurada. La madera se ha tratado para una óptima conservación
frente a las inclemencias de la intemperie, eso sí.
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