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10 (pequeñas) cosas que te hacen infeliz en casa
Según se dice la felicidad está en las pequeñas cosas. ¿Será que la infelicidad también? Un sofá poco acogedor, un color de las paredes equivocado, unas cortinas "come luz"... Hemos reunido 10 (pequeñas) cosas que podrían impedir que estuvieras plenamente a gusto en tu casa y cómo solucionarlas en un abrir y cerrar de ojos.
1. Un recibidor apático
Si la primera impresión es la que cuenta, es probable que a tu recibidor, si fuera una cita, no le dieras una segunda oportunidad. Por frío, apático, tristón... ¡Ponle remedio! Una planta o un ramo de flor de temporada, una foto divertida o que te dé buenos recuerdos o ese jarrón que encontraste en el rastro y que tanto te gusta. No es necesario que llenes el recibidor, basta con que le des visibilidad a un par de cosas que te hagan sentir bien.
2. Un color de paredes inadecuado
Ese amarillo canario que te pareció una idea fantástica hace unos años, ahora te carga sobremanera. No solo aborreces el color en sí, sino que se da de patadas con el mobiliario y el resto de la decoración del salón.
Quizás ha llegado el momento de dejar de lamentarse por una decisión poco acertada y ponerse manos a la obra. Basta con una capa de pintura nueva... ¡y recuperarás tu salón! El color es un gran modulador de las emociones, por lo que a la hora de decidirte por el nuevo tono para el salón, tenlo en cuenta. Si no quieres arriesgarte, apuesta por el blanco –nunca falla– o por tonalidades muy suaves del gris o de los piedra.
3. Cortinas "comeluz"
Buscabas unas cortinas que preservaran tu intimidad y diste con unas que actúan de pantalla bloqueadora de la luz. Vaya, que no entra ni un rayo de sol ni por casualidad. Y claro, lo de vivir eternamente en semipenumbra, como si el Conde Drácula se hubiera instalado en tu casa, empieza a cansarte. A grandes males, fáciles remedios. Deshazte de las cortinas "comeluz" y renuévalas por muy poco dinero. Cada vez son más las firmas de decoración que venden cortinas ya confeccionadas a precios muy competitivos.
4. Un salón impersonal
Ni fotos, ni cuadros ni nada de nada. Si es un problema que las paredes de tu salón sigan impecablemente desnudas como el primer día, ¡ponle remedio ya! Y ya es ya, no esperes más. Porque el "ya lo pensaré mañana" es el cuento de nunca acabar. ¿No sabes por dónde empezar? La pared del sofá suele ser la mejor opción. En cualquier caso, antes de ponerte a agujerear la pared, te recomendamos que hagas una prueba con la composición de cuadros que te guste en el suelo. Es una manera de ver el efecto que tendrá el conjunto una vez colgado.
5. Un sofá pelado
Tal y como te lo trajeron de la tienda así se ha quedado. Y claro, al pobre lo ves soso, desamparado y un poco tieso. ¡Nada que unos cojines o un plaid no puedan arreglar! Si no quieres ni quedarte corto ni pasarte, ten en mente esta fórmula: coloca un cojín más de las plazas que tiene tu sofá. Es decir, si tu sofá es de 3 plazas, opta por cuatro cojines. Ni más ni menos. Acertarás seguro.
6. Papeles y más papeles
Si trabajas en casa es probable que los papeles, libretas y material variado de oficina colonicen los rincones más insospechados creando un clima de constante desorden. Papeles por aquí, papeles por allí... ¡Es como si tuvieran vida propia! Si no quieres que las montañas de documentos coman tu espacio vital, busca soluciones para mantener el orden y para guardar que se ajusten a tus necesidades. Un book con cajones, un armarito, bandejas clasificadoras... ¡Y adiós al caos!
7. Toallas con efecto peeling
Si las toallas de tu baño han dejado de ser mullidas y gustosas para convertirse en algo áspero y rígido –y ni los truquillos de la abuela para devolverles su suavidad original funcionan–, no lo dudes: ha llegado el momento de cambiarlas. ¡Y no hay nostalgia que valga! Tu cutis te lo agradecerá.
8. Vajilla desparejada
No te importaba. Pero ahora te molesta. Y mucho. ¿Te has cansado de tener una vajilla hecha de retales? ¡Renovarse o morir! Hoy en día, estrenar vajilla es muy fácil ya que puedes contar con juegos de 18 platos.
9. Una cama poco apetecible
¿Tu cama no clama "acurrúcate conmigo" con solo poner un pie en el dormitorio? No te apures, es probable que el "problema" no sea de la cama en sí sino de cómo se ha vestido. Como ocurre con el sofá, si no quieres que la cama se vea rígida y demasiado mazacote, conviene suavizarla con cojines de diferentes formas y tamaños, plaids y mantas a pie de cama dispuestos de manera informal... Mira cómo lo hacen nuestras expertas en estilismo y disfruta de una cama de revista.
10. Ropa "robaespacio"
Tu armario está a un paso del colapso. Pero esas prendas que hace años que no te pones siguen comiéndose unos cm vitales en tu ropero. Todos hemos sufrido del síndrome "ropa robaespacio" y aunque nos pese, llega un momento que debemos decir basta. De hecho, los expertos del orden sostienen que si no te has puesto una prenda en el último año, no merece la pena seguir guardándola. A menos que tenga un valor sentimental especial... Aprende a tirar y ordenar de verdad ¡y gana felicidad!
Fuente: El Mueble
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